Empezaré diciendo que por supuesto, respeto la decisión del exilio, sobre
todo si se utiliza para continuar luchando. No supone unas vacaciones ni algo fácil
como lo pintan tantos, se sigue sin ser libre lejos de tu tierra, de tus seres
queridos y con numerosas dificultades de supervivencia. Pero en los últimos
meses el exilio se ha banalizado bastante, sobre todo en Catalunya. Puigdemont
y el resto de políticos independentistas injustamente forzados al exilio por
haber apoyado el democrático derecho a la autodeterminación, lo han tenido
fácil a nivel económico para irse. Mucha gente cree que para el resto es igual
y me paran a menudo para decirme “haz como Puigdemont”. Exiliarse supone estar
muchos años sin poder volver y sin un trabajo asegurado todo ese tiempo, la
supervivencia es imposible. Yo no dispongo de medios económicos, pero aún así
podría irme intentando encontrar trabajo y mantenerme exiliado el mayor tiempo
posible. Contando con algunas ayudas de aquí y de fuera, podría ser una opción
a tener en cuenta. Pero no, he decidido quedarme, al menos por esta condena.
Quién sabe si en el futuro escogeré el exilio forzado, pero por los motivos que
expondré a continuación, no será ahora.
A lo largo de la historia, numerosos revolucionarios han
tenido que escoger ese camino, como Marx o Lenin por ejemplo. Eso no los ha
convertido en cobardes e hicieron grandes aportes desde el exilio. Otros
revolucionarios ejemplares como ellos, tuvieron y tienen que quedarse en sus
países luchando siendo encarcelados por ello, pues si todos los bolcheviques se
hubieran exiliado, la revolución no hubiera sido posible. Tan imprescindibles
fueron las aportaciones de Lenin y otros desde el exilio, como las de Félix
Dzerzhinski u otros tantos que no se exiliaron acabando encarcelados. Con esto
quiero recordar que uno no es gilipollas por no exiliarse ni tiene vocación de
mártir, como pretenden vender los mismos que hablan del exilio como si fuera
irse de camping a la playa. Esto son temas muy serios como para banalizarlos
despojándolos de un análisis más meditado y profundo. Si absolutamente todas
las miles y miles de personas que sufrimos represión, nos exiliáramos, aquí no
habría manera de hacer avanzar el movimiento revolucionario.
Cuando escogí este camino, no lo hice por individualismo,
era consciente de que se paga un caro precio por ello, sin olvidar todo lo
bueno que aporta. Por eso mi análisis no puede ser en función de lo que a mi me
sería más cómodo. Aún con la dureza del exilio, estaremos todos de acuerdo en
que la cárcel aún es más jodida. Para mi sería algo más cómodo irme, pero
creo que aportaría menos a la causa a la que me debo. Para tomar una decisión
así, como la que tomaron tantos revolucionarios citados anteriormente, hay que
analizar cada situación concreta. En otros casos no será así, pero en el mío
creo que se va a generar más lucha y conciencia si me encarcelan, que si me
voy. Lo he pensado mucho. Desgraciadamente el caso de Valtonyc lo confirma. ¿Cuánta lucha ha
generado su exilio? Seguro que de haber sido encarcelado, sin montarme
películas porqué soy muy consciente de la debilidad de la organización
revolucionaria, hubiera puesto las pilas a más de uno. Encarcelarnos por
rapear, desenmascara al fascismo encubierto del régimen y muchas personas abren
los ojos, lo he podido comprobar dando numerosas charlas y conciertos por el
Estado. Si algo me consuela, es percibir que nada ha sido en vano y que muchas
personas, jóvenes y no tan jóvenes, están tomando interés por la lucha a raíz
de nuestros casos. Qué duda cabe de que eso se multiplicará si me encarcelan,
más que si me exilio. Tomé este grado de compromiso para
que hubiera más lucha y debo hacer lo que contribuya a que haya más.
Otro de los motivos por los que hoy descarto el exilio, es
que a diferencia de otros revolucionarios exiliados de muchos lugares que
tomaron y toman ese camino, yo no estaría en otro país con otros comunistas del
Estado español con los que poder desarrollar un amplio trabajo revolucionario
que aportara más a la lucha de aquí. Podría hacer muchas cosas útiles, pero creo
que sin esa organización con otros comunistas quedarían cojas y seguirían teniendo
menos peso que lo que pueda aportar incluso desde la cárcel.
Quienes sólo dan por válido el exilio, hablan de la estancia
en prisión como si fuera el fin de la vida y uno automáticamente pasara a no
poder aportar nada desde dentro. Los presos y presas políticas antifascistas,
aportan muchas cosas desde la cárcel, a parte de su enorme ejemplo de
resistencia, que no es poco sobre todo en estos tiempos. Podemos leer artículos
de presos revolucionarios que aportan mucho más que otros escritos desde la
calle, tanto por lo acertado de los análisis como por la consecuencia que
empuja a luchar. Muchos hemos evolucionado gracias a sus ejemplos y aportes. Además,
como explicaba anteriormente, sus encarcelamientos ponen en evidencia al Estado
desmontando su falsa democracia a ojos de cada vez más personas. La cárcel,
como siempre han recordado los presos, es otra trinchera de lucha que no puede
impedir, sino todo lo contrario, que un revolucionario evolucione.
Mañana mismo, en unas semanas o en unos meses, puede salir
la sentencia firme del tribunal supremo y ser encarcelado. Cuando salga, es
posible que no me den ni unos días antes de llevarme a la fuerza a una
minúscula celda por contar verdades y despreciar a nuestros criminales
opresores. Pueden argumentar que hay peligro de fuga, pero aquí quedan mis
intenciones. No les daré el placer de irme, no se quitarán este peso molesto de encima. Creo que si con la larga condena que tengo encima aún puedo salir del Estado sin restricciones, es porqué les interesa que me vaya. Pues no, van a tener que encarcelarme poniéndose
en evidencia por la violación de los derechos y libertades más fundamentales.
Van a ponerse a muchas más personas en su contra, van a empujar a la
organización a otras, van a dar más voz al mensaje que pretenden silenciar, van a despertar más solidaridad, van a curtirme haciéndome
mejorar como revolucionario. Cuando se planta cara al Estado, se genera
conciencia, pude comprobarlo tras mi último juicio en la Audiencia Nazi-onal. Probablemente
un día tenga que irme, pero creo que ahora no es el momento, aún repitiendo que
respeto y entiendo perfectamente a quienes lo hagan.
En todo caso, creo que hemos de trabajar para que cualquier
persona que necesite exiliarse o pasar a la clandestinidad, pueda hacerlo si
así lo decide. A la vista está que cada día será más necesario y hemos de
prepararnos para defendernos de los constantes ataques de estos fascistas. Porque
más allá de lo que uno crea que es más oportuno, lo que debe quedar claro es
que desde la calle, cárcel, clandestinidad o exilio, hay que luchar duro. No queda otra si queremos acabar con esta dictadura enemiga de los intereses de
la inmensa mayoría.
Pablo Hasel