Ante
una cuestión así, lo fácil es caer en simplismos. Reconozco que hace tiempo me
dejé llevar por estos y tuve una posición distinta a la que ahora defiendo,
pero ante los argumentos no tuve otra que asumir mi error. Si este texto sirve
para que alguien al menos se replantee su posicionamiento, bienvenido sea.
Sirva también para aclarar varias cosas para que no den lugar a confusiones.
En un
artículo escrito antes de las elecciones catalanas, cuyo título era “¿Por qué
nos interesa la independencia?” y que puede encontrarse en este blog, ya
argumenté los motivos por los que la apoyamos muchos comunistas y
revolucionarias, así que no voy a extenderme mucho al respecto. Pero en resumen
creemos que nos conviene para debilitar al Estado español, porque como su misma
burguesía reconoce, quedarían muy tocados. Agudizar la crisis del Estado
español favorece a la causa revolucionaria y por lo tanto a la clase
trabajadora, de donde partimos los comunistas al analizar cualquier situación. A
la vez, en caso de conquistar la independencia, a la burguesía independentista
se le acaba el cuento de echar la culpa de todos los males a “España” y cuando la clase
trabajadora que los ha votado vea que no viven en el paraíso que les
prometieron, dejarán de ser los salvadores de la patria. Además de ser una
burguesía mucho más débil que la española, por lo que vencerla no sería tan
complicado. Si a ello le sumamos que este proceso desnuda aún más el carácter
totalmente antidemocrático del Estado español y que tensa más las cosas, las
ventajas pesan más que los contras.
Yendo
al centro de la polémica de estos últimos días, yo era de los que defendía el
no a Mas. No porque crea que otros candidatos de Junts pel sí puedan ser mucho
mejores, sino porque Mas restaba apoyos al proceso por toda la carga de las
políticas que aplicó, como es lógico. El sí a la independencia no ganó
precisamente muy sobrado como para permitirnos el lujo de perder apoyos y CUP ganó
muchos votos por, entre otras cosas, prometer el no a Mas. De perder esos
votos, tal vez ganaría el no a la independencia y entonces no habría
legitimidad ni fuerza para declararla. Por eso Baños no actuó de forma
coherente cuando dimitió por haber ganado el no a Mas cuando fue el primero que
en campaña electoral prometió a quien dudara entre votarlos o no por el tema
Mas, que estuvieran seguros de que no lo harían presidente. Muchos, entre ellos
varios camaradas, argumentaban que había que hacer presidente a Mas para evitar
unas elecciones que podrían quitar fuerza por el hastío. Discrepé, pues de
haberse deshinchado el proceso por decir no a Mas, implicaría que no tiene la
suficiente fuerza y a la vez sería como dar la razón, de forma involuntaria, a
los españolistas que lo reducían a Mas. Creo que ese cortoplacismo no hubiera
beneficiado para nada al proceso.
Al
final por decir no a Mas no hubo otras elecciones, aunque creo que podría
haberse arrancado algo más beneficioso para el proceso. Como por ejemplo un
presidente de ERC, que no generan el rechazo de los de Convergència por motivos
obvios aunque ERC sea otro partido del sistema. No era un imposible cuando ERC
ha tenido mejores resultados que “Democràcia i llibertat” en las elecciones
generales. Puigdemont, como han reconocido hasta los tertulianos más
reaccionarios, no genera el mismo rechazo que Mas, pero evidentemente ha
defendido y defiende políticas criminales. Por eso creo que el error de CUP ha
sido centrar demasiado la crítica en Mas y no en todo su partido, pues de
haberse centrado más en el partido en general, tal vez por la presión se
hubiera puesto un presidente que no sea de su partido. A la vista está que así
se hubieran ganado más apoyos, pero aunque Puigdemont sea de la misma calaña
que Artur, guste o no, genera menos rechazo. Respecto al plan de choque también
soy de los que, aún asumiendo con asco que la burguesía es necesaria ahora
mismo para tirar el proceso hacia adelante, creo que deberían haberse arrancado
mejoras sociales más inmediatas y mayores. Creo que CUP podría haber centrado
bastante más su discurso en la necesidad urgente de esas concesiones, cosa que
también le hubiera hecho ganar más apoyo popular. No soy el único que apoyando
la independencia, cree que estos últimos meses CUP debería haber dado más caña
en el tema social. Considero que estas críticas constructivas, que también las
leo a militantes de la izquierda independentista, son imprescindibles para
avanzar. Pero que considere mejorable la actuación de CUP, y no precisamente
por pactar con la burguesía, no implica que deje de dar el apoyo que les di votando
y haciendo campaña por estas en las elecciones. Por el momento creo que no han
hecho nada que merezca retirarles el apoyo y a continuación comento el absurdo
que me parece que haya quien se sienta decepcionado por su pacto con Junts pel
sí.
¿Acaso
CUP prometió que no pactaría con Junts pel sí? CUP no tiene fuerza suficiente
para declarar la independencia sola, por lo tanto el pacto se hacía inevitable.
Quienes se hacen llamar comunistas y se posicionan contra “el pacto con la
burguesía” deberían repasar la historia para ver incontables pactos temporales
de comunistas con la burguesía, y con ello no estoy diciendo que CUP sean
comunistas, sino que hasta los comunistas han pactado. Si los bolcheviques o
los comunistas chinos hubieran caído en estos simplismos, jamás hubieran podido
organizar la revolución. ¿Acaso pactar temporalmente con la burguesía implica
dejar de combatirla y denunciarla? Si de algo no se nos puede acusar a los
comunistas que apoyamos el proceso, es de no combatirla. Es una vulgar manipulación
decir que CUP se ha vendido a Convergència como si ahora fueran a apoyar todas
sus políticas. Lo más irrisorio es que estas críticas vengan de partidos que
han pactado con el P$OE como IU o que quieren pactar como Podemos, y no
precisamente para debilitar al Estado español. Ahora se creen muy de izquierdas
por atacar a CUP, cuando IU defendió la Constitución y tragó con la monarquía,
mientras que CUP habla de ruptura y desobediencia. Que habrá que llevarla más a
los hechos, es cierto, pero poco tienen que ver los discursos de la izquierda
domesticada española y los de la izquierda independentista. Que vengan a dar
lecciones quienes están insertados en el régimen y quienes respetan su
legalidad nacida del golpe fascista, es intolerable. Hasta la burguesía
catalana está desobedeciendo más al Estado español que algunos llamados
partidos “comunistas”. Eso es lo que no pueden soportar, que se hable de
saltarse la legalidad, porque la cumplen a rajatabla como el sin vergüenza de
Cayo Lara que decía que se podía llegar al socialismo con la Constitución
española.
Que
mientras el Estado español envía más antidisturbios a Catalunya, su ejército
amenaza con actuar y la oligarquía fascista se lleva las manos a la cabeza,
haya quienes se posicionen con la legalidad española y no apoyen aunque sea de
forma estratégica este proceso, tiene tela. Para organizar la revolución hay
que debilitar al Estado y no demuestran tener mucha estrategia quienes se
oponen a este desafío, como si fuéramos sobrados de situaciones así…Hablan como
si el principal enemigo fuera la burguesía catalana y no la española, la de la
nación opresora y mucho más poderosa. Por supuesto que ambas son enemigas de la
clase trabajadora, pero si ahora mismo la más poderosa puede resultar
debilitada e intenta imponernos su legalidad fascista cuando hemos decidido
independizarnos, es evidente que porque estén Puigdemont y demás tipejos
apoyando la independencia, no se puede dejar de apoyar. Porque hemos decidido
independizarnos mucha clase trabajadora, basta de que la izquierda españolista
hable como si sólo quisiera la burguesía.
Seguramente Junts pel sí, o una gran parte de estos, se acobarden a la hora de declarar la
independencia o probablemente bastante antes, a la mínima que el Estado español les
haga peligrar la poltrona, pero entonces quedarán retratados ante muchos que
los consideran héroes y se radicalizarán las cosas, porque repito, el proceso
no son cuatro políticos de turno, sino una gran parte del pueblo que no dejará
de reivindicar este derecho democrático por más que se hagan diarrea algunos.
Quienes pretenden reducir estas ansias de independencia a cuatro burgueses
resentidos con la burguesía española, se equivocan mucho. Los comunistas, como
siempre han demostrado los mayores ejemplos, debemos defender el derecho a la
autodeterminación con hechos y no sólo de palabra, poniéndonos en primera línea
de combate si es preciso, demostrando que somos nosotros y no la burguesía
quien de verdad defiende este derecho democrático y tantos más que no defiende
Junts pel sí.
La
declaración unilateral de independencia, como ha recordado CUP hace unos días,
es la única posibilidad bajo este contexto, pues el Estado español como
recuerda la Constitución que tanto ha defendido la izquierda del régimen, está
para prohibir un referendum vinculante. Por eso Podemos miente prometiendo que
con ellos en el gobierno habrá referendum. La burguesía española no para de
repetir lo mucho que les perjudica esta situación, pero algunos “comunistas”
siguen sin verlo y como viviendo en otro mundo se atreven a decir que esto
fortalece a la burguesía española. Un comunista debe tener estrategia, por eso
esas posiciones no son justificables. Sin embargo es mucho más comprensible que
parte de la clase trabajadora catalana no entienda este pacto, pues si no tiene
un sentimiento nacional, desprecia las políticas sociales de Junts pel sí y no
medita estrategias para debilitar al Estado opresor, sumado ello a la
manipulación mediática, es difícil que lo pueda apoyar. Ahí entra nuestra labor
y la de recordar a la clase trabajadora que cree que Junts pel sí los llevará a
una vida mucho mejor, que no será así. Como también no escatimar esfuerzos en
denunciarlos si al final se pliegan a las exigencias del Estado español
incumpliendo lo prometido. ¿Eso es fortalecer a la burguesía catalana y dejar
de combatirla como pintan algunos?
No se
podían pedir imposibles a la CUP, pues Junts pel sí son necesarios para
continuar esto y en el camino irán cayendo caretas, cosa que siempre viene
bien, de lo contrario quedarían como eternos mártires para quienes creen que
Puigdemont es algo parecido a un mesías. Ahora hay dos posiciones: la de
acentuar las contradicciones y agudizar la crisis del Estado español, que pasa
por apoyar la legítima independencia; o la de negar la legitimidad de declarar
la independencia, posicionándose así con la legalidad española y evitando un
duro golpe económico y moral a la oligarquía fascista. Más allá de la
estrategia, la mayoría del pueblo ha hablado y quiere independencia, negarla
sería faltar a nuestros principios comunistas. En todo caso nosotros hemos de
hablar de qué tipo de independencia nos interesa a la clase trabajadora y cual
es nuestra verdadera independencia. Pero eso lo haremos luchando por esta, no
posicionándonos con la “izquierda” constitucionalista que en 40 años no ha sido
capaz de desobedecer al Estado y que han pactado y quieren pactar con los
creadores de los GAL para entre otras cosas, evitar que su Estado que no rompió
con el fascismo, se rompa.