El rap, como otros tipos de música y arte en general, es una
herramienta útil para facilitar la difusión de unas ideas, sean de la ideología
dominante o revolucionarias, sobre todo para la juventud. A todos nos ha hecho
pensar una canción, sentir empujándonos a luchar o simplemente, nos han
acompañado en luchas por reflejar lo que vivimos. Todas las revoluciones
apreciaron el arte revolucionario por su facilidad para resumir un mensaje y
hacerlo accesible al pueblo. Pero evidentemente, para cambiar el mundo no basta
el arte revolucionario, sólo es un paso más. En todo caso este arte debe
intentar empujar a la organización que con la acción, transforme la realidad.
A estas alturas, negar la importancia del arte revolucionario es estar
ciego. Pero es muy importante recordar que de poco sirve llevar música
combativa en los cascos, si luego no hay una militancia revolucionaria. Aunque
desde luego, ya es un primer paso escuchar música que ataque de forma explícita
al orden establecido. También está el asunto de qué grupos son realmente
comprometidos, pero en este artículo no entraré a analizar esta cuestión.
Están quienes infravaloran a los artistas revolucionarios, sobre todo
por diferencias ideológicas y también quienes sobrevaloran. En lo que a mi
concierne, siempre he repetido que no quiero que nadie me idolatre y que
quienes deben ser los mayores referentes en cuanto a militancia revolucionaria,
son los elementos más avanzados, los militantes del Partido comunista, en el
caso del Estado español, del PCE (r). Con mis canciones he conseguido que
muchas conozcan su lucha, es cierto, pero no es un mérito excepcional, yo le
debo mi educación política al Partido, aún con todo lo que me queda por
aprender, que no es poco. Por lo tanto, lo menos que puedo y debo hacer, es
utilizar el arte para denunciar las injusticias y reconocer a quienes más las
han combatido organizándose de forma consecuente por el Socialismo. Pero igual
que yo andaría mucho más perdido si no fuera por las enseñanzas del Partido; la
represión del Estado y los revisionistas-reformistas que me señalan por
defender esa línea (con mucho que aprender y con errores como he dicho) saben
bien que he sido un altavoz y por ello me atacan llegando en ocasiones a la
obsesión, queriéndome infravalorar pero a la vez sobrevalorándome por la
importancia que me dan. Cosa que demuestra que algo bien he hecho, de lo
contrario ni me nombrarían.
No me atacan a mi, atacan la línea que defiendo. Bien que en su
momento partidos y organizaciones quisieron llevarme para su terreno y entonces
sí que les gustaba mi música y les parecía un buen tipo, pero como no cedí y defendí a quienes han llevado una práctica consecuente,
para muchos soy lo peor en todos los sentidos. Pero en un debate ideológico si
les gusta cómo rapeo o no, no tiene la menor importancia, otra cosa es que
recurran a ello faltos de argumentos. Lo que no me perdonan es que haya
evolucionado políticamente, pero tanto que hablan de marxismo algunos, deberían
comprender más la dialéctica. Atacan a la línea que defiendo porque sus
críticas al PCE (r), también con todo tipo de calumnias, son constantes. Si yo
rapeara para sus partidos, es evidente que entonces no se obsesionarían así,
pero al atacar cosas como la falta de solidaridad con los presos políticos
antifascistas y llegar a tantas orejas, es algo que les irrita en exceso y así
lo demuestran. Algunos, en su insultante ambigüedad, no comprenden que alguien
se posicione. Son quienes defienden la unidad abstracta, pero qué casualidad,
siempre olvidando a los revolucionarios presos o ilegalizados a los que sus
partidos insultan, condenan y miran hacia otro lado hasta cuando sufren
torturas o son exterminados en prisión.
Como no huyo de la autocrítica, la hice al ver lo perjudiciales que
son esos partidos con los que un día tuve un trato demasiado cordial, pero
desde el primer momento les eché en cara esas actitudes, otra cosa es que por
ingenuidad no viera cuánto alejan del camino revolucionario y quisiera pensar
que no son tan nocivos. Si de algo no se me puede acusar es de tragar por
interés, pues cuando me di cuenta rompí con muchos que me hubieran facilitado
las cosas. ¿Cuántas puertas me he cerrado por posicionarme? ¿Cuántos problemas
me he ganado? Para que algunos sin vergüenzas tengan la mala baba de decir que
esto le beneficia a mi “carrera musical”. Me temo que Monedero o Iglesias, que
en su tiempo ponían canciones mías en sus redes sociales o me invitaban a
rapear a sus actos, me abrirían muchas más puertas que solidarizarme con los
presos políticos, que en todo caso me abrirá las de la cárcel. Pero es algo que
los cobardes resentidos y los insolidarios no pueden soportar, que renegara de
ese camino cómodo y me posicionara con los revolucionarios. Están tan podridos
de odio absurdo, que algunos llegan a decir que busco ser preso político, como
si fuera un capricho solidarizarse, atacar al Estado o no apoyar a un partido
reformista. Como si no poder ver a tus seres queridos, comer mierda, pasar todo
el día en una celda, que tu vida corra más peligro, no poder grabar y un largo
etc, fuera algo que se busca. No sorprende viniendo de los mismos que justifican
que Cao de Benós diga que dispararía a inmigrantes o que votan a quienes llaman
terroristas a los antifascistas que han ido más allá de la legalidad fascista. Como
ellos no pretenden pasarla, atacan a quienes lo hacemos. Pero lo más absurdo, es
que también más de una vez han deseado por redes sociales, manifestaciones o canciones,
cosas a los capitalistas/fascistas como por las que se me condena. Pero como
las digo yo, entonces está mal y es justificable que Cao de Benós defienda la
represión de la Audiencia Nazi-onal deseándonos cárcel a quienes pasemos
ciertas líneas. No se puede caer más bajo que defendiendo la represión del
Estado, pero eso hacen los partidos que votan muy a menudo.
A diferencia de ellos, jamás he ocultado mis errores. Es más, los he
grabado. Eso es lo que aprovechan quienes en vez de alegrarse de una evolución,
como cualquier comunista, la maldicen. Como no pueden atacar con el presente,
recurren al pasado. En el presente también tengo errores, desde luego, pero
entre estos no está atacar a partidos que legitiman la represión del Estado o
silencian el exterminio contra presos políticos antifascistas, ejerciendo una
repugnante complicidad. A veces, agobiado por muchas cosas, pierdo las formas
en debates con quien igual no ha hecho méritos para que así sea, pido disculpas
e intento corregirlo. Otros, desde luego, merecen que se utilice cierto tono
por cómo entran. No voy a excusarme en que no soy perfecto para no poner empeño
en mejorar, pero más de uno que critica sin piedad veríamos cómo actuaría en mi
situación y no digamos ya en otras. Como revolucionarios debemos tener empatía,
cosa que no quita la crítica constructiva que tanto agradezco y gracias a la
que he evolucionado y seguiré evolucionando para desgracia de enemigos.
Otros, pretenden responsabilizarme de todos los actos de mis oyentes.
¿Hace falta contestar a semejante bobada? Yo respondo por mis actos, no por los
de mis oyentes y es evidente que entre tantos, habrá algunos que actúen de
forma muy distinta a la música que escuchan. No será porque yo lo recomiende.
¿Acaso no había y hay “seguidores” de Lenin que actúan de forma muy distinta a
lo que él proponía? Uno se siente hasta ridículo contestando a cosas tan
evidentes, pero ante tanto listillo que ha leído mucho pero que ha puesto en
práctica poco y las repite, hay que hacerlo. Son los que insultando al marxismo, utilizan como "argumento" una foto de hace años con X reformista para atacar. Lo único que consiguen es mostrar una evolución de la que estoy orgulloso y de la que ellos carecen defendiendo a esos reformistas. Imagino que piensan que alguien puede nacer sabiendo, aunque desde luego ellos no.
No se me puede juzgar como si fuera el secretario general del Partido
comunista, soy un artista comprometido, no un cuadro del Partido, y como tal,
evidentemente cometo más errores. Cumplo una función y a tenor de algunos
resultados, da sus frutos, pero la puedo mejorar y en ello ando. No temo la
autocrítica, gracias a esta se avanza y si no fuera por revolucionarios
ejemplares que me han hecho críticas constructivas, no hubiera mejorado así. Reconoceré
mis errores cuando haga falta, entre estos que a veces debería utilizar con más
tacto la pedagogía, no con los que faltan al respeto a revolucionarios a
conciencia, por supuesto. Pero que no esperen que rectifique ante mis ataques a
quienes legitiman la represión del Estado, faltaría más, eso no es un error y
siempre nos quedaremos cortos atacándolos. Aquellos a los que tanto les ofende
que se ataque a quienes actúan como lacayos de los capitalistas, deberían dedicar
más tiempo en solidarizarse con quienes sufrimos la represión y menos en
insultarnos, pero eso en demasiadas ocasiones es pedir peras al olmo porque
están más ocupados en el folklore que en empezar a actuar como comunistas con
la correspondiente autocrítica materializada en hechos.
Pablo Hasel