Cuántas
veces hemos escuchado la frase de que “todos los políticos son iguales”, y
aunque no sea cierta, es comprensible. Se entiende porque quien sólo conoce a
los políticos del régimen, desde Podemos al PP pasando por IU, está
acostumbrado a sus constantes mentiras y promesas incumplidas. Ya se ha
encargado el Estado de ocultar a quienes han demostrado con hechos que no se
corrompen ni dejan de defender los intereses de la clase trabajadora aunque les
cueste años de prisión y en muchas ocasiones, la vida. Hablo por ejemplo de los
y las militantes del PCE (r), ilegalizados por defender la única solución
posible que pasa por una revolución por la fuerza para arrebatar los
privilegios a los parásitos que nos oprimen e invertir la riqueza que nosotros
creamos, en nosotros y no en sus incontables lujos manchados de sangre.
Así,
muchos viendo que todos los políticos que conocen son iguales, acaban votando a
quienes creen menos malos, como si ante dos platos con heces, tuvieran que
comer uno de los dos. Pues oiga, nosotros no queremos ni merecemos heces y es
más, queremos romper los platos porque nos molestan. ¿Cuántos de los que votan
lo hacen plenamente convencidos? La inmensa mayoría de los que conozco, lo
hacen votando “al menos malo” no muy convencidos de que realmente vaya a servir
para mejorar notablemente sus vidas, como si hubiera un capitalismo medio
bueno. Luego resulta, como está sucediendo en Grecia, que “lo menos malo” que
decían o que incluso pintaban como la solución (Syriza), acaba siendo igual o peor
que lo anterior o en el mejor de los casos, ni de lejos una solución para que
todos podamos llevar la vida digna que nos corresponde.
El
enemigo ha intentado silenciar por todos los medios a quienes sí ofrecen un
programa que nos llevaría a una vida digna y sobre todo, que tienen un plan
trazado para conquistarlo, sin hacer castillos en el aire. Baste el ejemplo de
su secretario general, el camarada Arenas, al que las televisiones no sacaron
ni para llamarlo terrorista cuando lo condenaron a 17 años de prisión hace poco
por una ETT que los GRAPO volaron hace 20 años denunciando su brutal
explotación. Sólo hubo daños materiales y Arenas, que no ha practicado la lucha
armada pero que ha defendido su necesidad, se encontraba a más de 1.000 km cuando estalló la ETT, pero no necesitaron
pruebas de su participación para condenarle a una cadena perpetua encubierta
dada su edad y su frágil estado de salud. No lo sacaron por televisión por
varios motivos: primero porque no les interesa que se conozca quien es, segundo
porque casi todo el mundo pensaría que 17 años por unas paredes destrozadas es
una barbaridad, aunque lo hubiera hecho él, que quedó demostrado que no es el
caso. Tercero porque tal como están las cosas, no son pocos los que verían bien
la acción. No pueden permitir que se conozca al PCE (r), porque eso implicaría
conocer la solución a esta barbarie, que pasa por la organización consecuente y
decidida en la lucha por el Socialismo. Porque entonces muchas personas se
darían cuenta de que no todos son iguales, de que algunos no vendieron nuestros
intereses a cambio de un elevado sueldo del Estado o de subvenciones, de que
algunos ni en una celda renuncian a decir alto y claro que todas las formas de
lucha son legítimas ante un Estado que no duda en usar la violencia para
mantener las injusticias que los hacen ricos y que lleva la violencia a todos
los planos, porque también es violencia que millones de familias no puedan
comer lo que necesitan o que sean desahuciadas.
De
nosotros depende mostrar a la clase trabajadora que no todos son iguales y que
hay presos que lo han dado todo por sus derechos y libertades. Para que el
“todos son iguales” pase a ser un “hay quienes sí han demostrado que nos
representan”.