Hay muchas personas equivocadas que creen que si uno no
habla de lucha armada, tiene libertad de expresión. En todo caso, ¿por qué no
deberíamos tenerla si hablamos de lucha armada? ¿Acaso los capitalistas
renuncian a la vía armada para imponer injusticias? ¿Acaso no asesinan a diario
de múltiples formas, a cada cual más violenta? ¿Acaso ellos no defienden por radios,
periódicos y televisiones el uso de la fuerza para reprimirnos? Es peligroso
legitimar su discurso de que no debemos hablar de violencia revolucionaria,
porque es negarse a uno mismo el derecho a defenderse. Pero como decía, no sólo
impiden que hablemos de devolver sus golpes, tampoco tenemos libertad de
expresión para explicar lo que sucede, para narrar hechos objetivos
sobradamente probados. Es importante remarcar eso para que no se vean
espejismos de libertad realmente inexistentes.
No somos pocos los que hemos sido condenados a prisión o que
aún tenemos causas pendientes en la Audiencia Nazi-onal por las que nos piden
largas condenas, por decir que hay presos políticos en este Estado, por
denunciar las torturas y asesinatos de los cuerpos represivos o por señalar el
saqueo y la mafia de la monarquía impuesta. Nada de esto habla de pegar tiros,
sin embargo son delitos graves, como si no hubiera quedado probado que la
policía ha asesinado o cuando hasta desde la UE, que no es ningún ejemplo de
garantías democráticas, han llamado la atención al Estado español por las
numerosas torturas. En este Estado, y hay que decirlo claro, es delito contar
la verdad. Literalmente, a los hechos me remito.
Hay quienes creen que mi primera condena a 2 años de prisión
en la AN, fue sobre todo por apoyar la lucha armada revolucionaria en mis
letras. Pero no, en el juicio quedó demostrado que la canción que más les había
jodido fue la de “Libertad camarada Arenas”, en la que exigía la libertad del
Secretario General del PCE (r) que jamás ha practicado la lucha armada aunque
evidentemente, como comunista consecuente, se haya negado siempre a condenar
que los oprimidos se defiendan con esta. Esta canción les molestaba tanto
porque quieren ocultar la cadena perpetua encubierta que sufre Manuel Pérez
Martínez y las lamentables condiciones en las que lo tienen, queriéndolo
exterminar negándole la asistencia médica en numerosas ocasiones (aún espera
una urgente operación que necesita para no quedarse ciego de un ojo). Pero
sobre todo, tienen miedo a que se conozca al PCE (r) porque implica
organización y saben que sólo con organización revolucionaria puede ser
derrotado su régimen criminal.
Como decía Juan Manuel Olarieta en una charla: “La represión
no viene por la lucha armada, la lucha armada es una respuesta a la represión”.
Señalar lo contrario no sólo es una falsedad, sino que lava la cara a esos
fascistas que no nos dejan libertad ni para denunciar torturas o para
indignarnos ante la fortuna de la familia real y demás parásitos a costa de
negar derechos básicos a millones de personas. Además ahora no hay ninguna organización armada activa en el Estado y nunca habían condenado tanto por delitos de opinión. ¿Cuántas veces más han de
demostrar a porrazos y balazos de goma que no hay libertad ni para manifestarse
de forma pacífica donde queramos? ¿Cuántas detenciones por opinar hacen falta
para que se asuma que no vivimos en un Estado ni mínimamente democrático? ¿Acaso
los 16 inmigrantes que fueron asesinados por la Guardia Civil mientras nadaban
hacia la costa española practicaban la lucha armada? Evidentemente no y para
colmo, me piden más años de prisión por denunciar esos crímenes impunes.
Para entender el presente y conquistar el futuro, hay que
conocer el pasado. No podemos cansarnos de recordar que si estamos así es
porque no hubo ruptura alguna con el fascismo y que seguiremos sin libertades mientras
tengamos este Estado. Vayamos a la raíz del problema y no creamos que partidos
como Podemos, que ni siquiera pretenden acabar con la fascista Audiencia
Nacional o que silencian y apoyan su represión, van a librarnos de esta. Aún
hay demasiados sectores que sobrevaloran las libertades en este Estado y que
nos vienen con la monserga de que sólo hablando de lucha armada irán a por
nosotros. Tenemos incontables ejemplos para tumbar esa falacia tan propia de la
izquierda domesticada que quiere justificar su vergonzoso discurso apegado a la
legalidad. Y puestos a condenar una lucha armada, que condenen la violencia de
quienes vienen armados a detenernos hasta por opinar.