A sólo tres días de las elecciones impuestas en Catalunya
que jamás deberían haber sido aceptadas por el independentismo por carecer de
legitimidad, por no suponer solución alguna, porque ya se ganaron hace dos años
y en el referéndum, además de por el serio riesgo de pucherazo; pues si de algo
sabe el Estado demostrándolo incontables veces, es de guerra sucia. A parte de
todos los votos que los fachas compran de una forma u otra, los ancianos
seniles a quienes llevan a votar yéndolos a buscar a la residencia, etc. Esta
gentuza no entiende de escrúpulos y jugar a sus reglas, aceptar su legalidad
ilegítima, es todo lo contrario a construir la república catalana o cualquier
proyecto revolucionario. ¿De qué sirve hablar de desobediencia como la CUP si
luego no impulsan, salvo contadas excepciones, una desobediencia combativa en
las calles y acatan las elecciones del 155? Empezaron diciendo que el 21D
organizarían una “paellada insumisa” para poco después participar en esta farsa
sin hablar claro. En las pasadas elecciones no quedó otra que pedir el voto
para la CUP dado que se planteaban como un referéndum, pero en vista de sus
promesas incumplidas y de no haber estado a la altura en momentos clave, esta
vez no merecen el voto. Aún en el caso de que ganaran, si van a actuar como lo
han hecho hasta la fecha, la república seguiría lejana y apenas habría
resistencia ante la opresión.
Principalmente hubo dos fechas en las que nos jugábamos
mucho en las que la CUP actuó igual que ERC o el PdeCAT o muy poco más allá. Una
fue cuando encarcelaron a los Jordis. Era el momento de dar una respuesta
contundente, de dejar claro al Estado que encarcelar no le iba a salir barato.
Sin embargo llamaron a poco más que a encartelar, dar paseos con velas, poner
lazos amarillos, a las caceroladas y a una huelga poco combativa. Ahora saldrá
el típico, como siempre, que me dirá: -¿Y qué quieres, que nos echemos al monte
con fusiles? Como si entre eso y dar golpes a una cazuela, no hubiera un amplio
abanico de posibilidades, incluso dentro de la resistencia pacífica, que hagan
más daño al Estado que dar golpes a una cazuela mientras, además, los nazis y
demás facherío andaban dando palizas por las calles amparados por el Estado. La
CUP tampoco llamó a organizar la autodefensa antifascista. ¡Hasta los hippies
que plantaban cara a la invasión de Vietnam eran más contundentes! Ante
semejante respuesta, el Estado lo ha seguido teniendo muy fácil para encarcelar
a medio Govern.
La otra fue cuando en el Parlament, tras las insultantes
vacilaciones de Puigdemont y compañía ante las que la CUP debería haber sido
menos tolerante, se declaró una independencia que no estaban dispuestos a
llevar a los hechos. La CUP también sabía eso hace tiempo y no avisaron sin
medias tintas, total, ellos tampoco estaban dispuestos a promover lo necesario
para que así fuera. Repito, salvo contadas y honrosas excepciones, pues dentro
de las miles de militantes de la CUP, sí ha habido algunos y no precisamente
los más conocidos, que han intentado impulsar una resistencia más seria.
Desgraciadamente no muchas, de lo contrario no estaría así de mal el asunto. Tras
declararse la independencia era el momento de tomar el territorio, lugares
estratéticos, etc, como tantos estaban esperando pero fueron desmovilizados por
los partidos y las entidades como ANC y Òmnium que siempre pintaron la
independencia como una “revolución de las sonrisas” y un paseo
tranquilo-festivo. No llamaron a hacer efectiva la república, a poner en
práctica esa desobediencia de la que siempre hablan. Al final, como tantas
cosas más, se acaba quedando en una consigna a la que le falta contenido y
hechos.
Unos (ERC y PdeCAT) con la excusa de que podía haber muertos,
como si el 1 de Octubre con más de 1.000 heridos, un hombre con un ojo mutilado
por una bala de goma y casi un muerto infartado a golpes, no los pudiera haber
habido. Otros (CUP) no dan explicaciones o vienen con el cuento de que “no estaban dadas las condiciones”
como decía, entre otros, su gurú trotskista Joan Manel Busqueta en una charla
reciente en la que también como la burguesía catalana, utilizaba a los “muertos”
para justificar el inmovilismo tras la declaración. Todo ello con una camiseta
de Karl Marx. Si los marxistas hubieran actuado igual que él, frenando luchas
por ciertos riesgos, jamás hubiera habido revoluciones socialistas ni siquiera
importantes conquistas en cuanto a derechos y libertades. ¡Qué ejemplo tan
claro de revisionismo! La misma excusa que los mencheviques utilizaban para
frenar las luchas que los bolcheviques impulsaban. Las condiciones sí estaban
dadas para, al menos, oponer más resistencia y había muchas personas que
estaban esperando a hacerlo, era el momento con más movilización en las calles
y había que aprovecharlo tras la declaración. Pero declararon la independencia
como quien dice que va a tomarse un café. Para hacer mucho más sí estaban dadas
las condiciones y es lo que sin vergüenza niegan algunos. Conozco bien la
situación y no hago castillos en el aire, para otras cosas aún no están dadas,
pero en todo caso habrá que hablar claro para crear esa conciencia y que
maduren las condiciones, cosa que no hace la CUP.
Leo artículos de los sectores más cañeros del
independentismo, algunos poco tienen de izquierdas y manda narices que hablen
más claro que la CUP en cuanto a lo necesario para hacer efectiva la república.
Lo que está claro es que por este camino no habrá república y ERC-PdeCAT aún
esperan que la UE los salve, pero la CUP aún tiene más culpa porque sabe que no
será así. La libertad tiene un precio y unos riesgos, siempre ha sido así y la
CUP pretendía también pintarlo como una fiesta con el mambo. ¿Es que acaso
alguna vez ha habido cambios profundos sin que un enemigo fascista pudiera
poner muertos o heridos? Pero hasta hace nada y algunos aún se niegan, no han
llamado fascista al Estado y creían que esto era una democracia imperfecta. Quienes
estamos al borde de entrar años en la cárcel por hablar claro y luchar o
quienes ya están dentro, no vemos mambo festivo alguno en la represión. Sabemos
que es dura pero que es el precio a pagar por organizar una resistencia seria
que vaya más allá de golpear a una cazuela. Si el mambo no ha traído la
república ni la traerá, que hagan autocrítica o al menos tengan la decencia de
no ir de revolucionarios o de utilizar consignas como “sin miedo”. Aún recuerdo
al fanático del pacifismo David Fernández y miembro más conocido de la CUP que
cada día se parece más a Joan Tardà, decir antes del referéndum que el Estado
español no podía permitirse de cara a Europa la imagen de golpear y saquear
urnas. ¿Qué condiciones van a crear si no hablan claro? Ahora mismo tienen en
común con los otros partidos independentistas, que han frenado y están frenando
hasta la resistencia pacífica más decidida.
Como también decía Busqueta de la CUP ante la propuesta de un
hombre que como tantos otros, planteaba la necesidad de tomar el aeropuerto:
“No podemos exponer a la gente a que sea golpeada”. Como si el día del
referéndum la policía nos hubiera dado besitos y no nos hubiéramos jugado la
integridad física y hasta la vida porque casi hubo un muerto y un porrazo o
balazo de goma en la cabeza puede matar, para realizar un referéndum que se han
pasado por el forro sin hacer todo lo posible por hacer la república efectiva y
aceptando unas elecciones que quitan legitimidad a la victoria del 1 de
Octubre. ¿Y nos piden que les votemos? ¿Para qué, para seguir siendo una
autonomía sometida que acata elecciones impuestas por el fascismo entre otras imposiciones?
Sin duda ahora es fundamental fortalecer los Comités de Defensa de la República para intentar impulsar y hacer lo que no han hecho los partidos. Habrá muchos que digan que no votar no beneficia a la independencia. No, lo que frena la independencia es esta actitud de los partidos independentistas que desgraciadamente no merece ser votada.