No, la libertad de expresión no es ningún chiste, es una
cosa muy seria por la que muchos han dado la vida y otras tantas están presas
por luchar por esta y otros derechos democráticos. Por más que los progres se la tomen a
chiste y sólo se escandalicen cuando condenan a alguien por utilizar el humor y
más si es como Cassandra, una miserable arrepentida que de la mano de Podemos
califica de “ejemplar” a la Audiencia Nacional, excepto su condena, claro. Cassandra
es todo lo contrario a llevar con dignidad la represión, capaz de echar mierda
a quien sea, hasta a los antifascistas que ejecutaron al Carrero Blanco de sus chistes, con
tal de intentar “salvarse”. Capaz de poner como ejemplo a un tribunal fascista mientras nos deja como monstruos a quienes nos negamos a condenar la autodefensa en todas sus formas. Ni siquiera ha aprovechado su altavoz para exigir
la absolución de las decenas de represaliados por opinar y la libertad de
quienes como Valtonyc, están al borde de entrar en prisión. Desde luego a la
solidaridad y la dignidad no va a salvarlas. Podemos, como carroñeros
oportunistas, han visto en ella la oportunidad de rascar votos y como la han
condenado por un chiste, la han convertido en la mártir de la libertad de
expresión, como si quienes somos condenados por hablar en serio, merezcamos
pudrirnos en prisión. Así es para ellos porque han olvidado, como Cassandra, a
las decenas y decenas de personas que hemos sido condenadas por expresarnos.
Precisamente si hoy condenan hasta por chistes o por
denunciar torturas, aunque el tribunal europeo de derechos humanos haya
condenado al Estado español por permitirlas, es porque durante muchos años la
inmensa mayoría han mirado hacia otro lado cuando ilegalizaban partidos y
organizaciones revolucionarias, cuando cerraban periódicos, cuando encarcelaban
y torturaban a numerosos antifascistas por luchar, etc. Pero para Cassandra y
los oportunistas que la adoran, entonces la Audiencia Nacional obraba bien.
Pablo Iglesias, al conocer la sentencia de Cassandra, decía que “España no es
ninguna dictadura”. Qué fácil desde la poltrona, quienes sufrimos la represión
no podemos decir lo mismo y no vamos a lavar la cara del régimen criminal
negando su tiranía. La misma IU que hoy se escandaliza por los chistes
condenados, aprobó el código penal que nos condena por opinar, han sido firmes
defensores de la constitución que nos oprime y que no rompió con el fascismo
perpetuándolo con cuatro reformas superficiales. La hipocresía es insoportable,
pero por salir en la foto y rascar unos votos acercándose a lo que tiene tirón
y que no supone riesgo alguno para su poltrona, abandonan cualquier resquicio
de vergüenza. Pero no sorprende, son los mismos que yendo de defensores de los
derechos humanos, silencian el exterminio de presas antifascistas en las
cárceles del Estado que niega hasta la asistencia médica y la libertad a presos
revolucionarios gravemente enfermos. Les escandaliza un chiste condenado, pero
no las torturas. ¡Hasta al burgués tribunal europeo le escandalizan más!
Para ellos la lucha es un chiste, basta ver los carteles que
hacen sorteando unas cervezas con Alberto Garzón o con Ramón Espinar vestido de
superman (el que desayuna en el lujoso
Ritz con los sindicatos del régimen CCOO y UGT) mientras en otro twit presume
del colegueo que tiene con Cifuentes. Normal que sólo les escandalicen las
condenas por chistes. Mientras, quienes nos tomamos la lucha en serio,
afrontamos largas condenas de prisión o somos apaleados y acosados en las
calles por los sicarios del capital. Gracias al silencio de estos canallas
reformistas, que es complicidad, el régimen lo tiene mucho más fácil para
machacarnos. Por eso para el régimen también son un chiste que, como decía el
presidente de la patronal, no supone peligro alguno para sus políticas
económicas. Cobran, para entre otras cosas, frenar una respuesta contundente a
la represión, ocultarla y llamar democracia al Estado que considera víctima del
terrorismo a un dirigente fascista genocida. ¿Cómo no van a pagarles por
semejantes favores? He sido demasiado generoso: no llegan ni a chiste porque no
tienen la más mínima gracia.